La
noche está llegando, el sol se oculta, los paisajes del patio trasero de mi
casa se van iluminando con unos colores especiales, los veo a través de mi
ventana, hay canciones tranquilas en el reproductor, los carros que se ven a la
distancia leventemente van desapareciendo, y el sol se va despidiendo una vez
más, ella llega a almorzar algo tarde, él decidí prender la televisión, yo con
algunas gotas de agua por mi frente me pongo a observar la tarde o lo que queda
de ella, a veces pienso que algunas circunstancias de la vida son así, las
buenas oportunidades se van un tiempo, y otras aparecen en un mejor tiempo, mis
labios se mojan un poco con el jugo de naranja que encontré en la refrigeradora
casi vacía, las miradas desaparecen de pronto con un adiós, estoy sola en casa.
Hay
tiempo para seguir observando lo que queda de la tarde, y el sol que parece una
media naranja brilla más fuerte, y su intensidad va esparciéndose en el cielo,
hay imágenes que me asaltan, palabras, risas, y algunos recuerdos de aquellos
años en los que era más joven, y pienso en este año, desde enero hasta este
mes, acercándose la navidad, encontrando lo que está guardado aquí adentro, veo
a mi mamá corriendo por la playa y jugando a la pesca con toda la familia, veo
a mi papá con una sonrisa de tranquilidad después de salir bien de su operación
de la pierna, veo a mi hermano menor cada vez alejándose de la niñez y entrando
a ese mundo tan complicado que es la adolescencia, hay algo que no cambia, la
casa, el ambiente que tiene, hay cosas que se remodelan, cosas nuevas y cosas
que se van, pero ciertamente el ambiente sigue siendo el mismo, es mi hogar.
Pienso
en los viajes que he hecho durante todo el año, sé que mi segunda pasión es
viajar, antes que un bolso prefiero un viaje, no hay algo más exquisito para mí
que conocer otras realidades, veo a “L” en mi cabeza y veo su sonrisa cálida y
casi que puedo sentir sus abrazos, veo los días en mi cuarto antes de publicar
la novela, jalándome los cabellos y respirando para que todo salga bien, veo el
día de Agosto, veo mis caminatas por la noche, los aviones, la universidad, los
exámenes de fase, es curioso que en un minuto tanto pueda invadir y aparecer en
la cabeza de una.
Falta
un mes para que acabe el año, las cosas desprevenidas son las mejores que han
pasado, hay otras en las que la miseria ha terminado y la calidad está en las
nuevas. Hay tiempos que terminan y otros
que comienzan, eso lo sabemos, lo que suaviza lo inevitable es la forma, la
primavera, la magia de los niños riéndose, esos pequeños momentos en lo que las
modas y lo banal nunca podrá alcanzar, llegar también a hoyos profundos de
análisis y ambientes tranquilos es exquisito, quizás solo algunos lo
entendamos, algunas estamos hechas para estar en casa tranquilas viendo una
película y desechando la fiesta con las fotos azules, es cuestión de ser y no
ser.
Ya
es de noche, ya no hay sol, no hay más colores deslizándose en el cielo, ya no
se ven los colores del paisaje. Hay estrellas, hay pequeñas brisas que hacen
sentir que son nuevos comienzos como los de casa, que siempre será mi hogar.
Quizás
eso es mi regalo de navidad, tener a mi familia cerca, a “L” sonriendo, a mis
amigos, al hogar, al dulce hogar, a la candidez
de tener un jugo de naranja y sonreírme para misma, esa sencillez única y tan
confortable, hace que despierte y vea la hora, salgo y ahí está: es la vida.
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