Verano
2010 exactamente 1 de enero, año nuevo, nuevo
comienzo, en una playa cercana de Arequipa, descalza caminando por la orilla
del mar, con un vestido corto blanco y algunos rulos en mis cabellos esponjados
por la temporada. Las pequeñas
partículas de agua salada que salpicaban en mis pómulos. Con 17 años y con
temblorcitos en las manos queriendo germinar decisiones propias de la edad, una
de ellas: estudiar o no con una carrera que según yo en ese tiempo le robaba el
tiempo a mis ganas de escribir y lo que llamaba mi “cono de helado” y me hacía
feliz. Muchachita terca, amiguita de las novelas negras, chiquita dormilona en
las clases del colegio, hijita desafiante, chica tranquila, señorita flaquita.
Apodos, etiquetas, nombres. Etapas.
Ahora
mismo son las 7:35 de la noche, es 21 de Diciembre 2014, ya no existen los apodos, nombres o quizás sí,
pero hace algunos meses que no tardaron en olvidarse e irse con el viento para
la chica que escribe esta columna. Los tiempos son como una simple hoja de
papel que se deja llevar por el viento casi siempre moviéndose. Hace dos días
acabo de asistir mi ceremonia de graduación vestida y arreglada para la ocasión
con una toga y sombrerito popular del graduado. Quizás al momento de entrar a
la ceremonia y zapatear con unos divertidos tacos negros supe que todo lo que
está hecho simplemente esta hecho, las cosas pasaron y no debieron suceder de
otra manera. Ver a mis compañeros sonriéndose y abrazándose de alguna manera me
hizo recordar como entramos todos hace cinco años a la universidad, con
curiosidad, responsabilidad, risas de aún chiquillos zalameros, con zapatillas,
cabellos largos, modas de ese tiempo, y con ganas siempre de aprender.
Primera
entrada, primer acto (como mi profesora lo dice la vida también es una puesta
en escena) nosotros entramos, los asistentes curiosos nos buscan con las
miradas, nos sentamos y como en un saludo muy formal nos sentamos en los
asientos todos a la vez, yo estoy buscando con la mirada a esos seres que querré
por siempre, a ese chico que me hace sentir la chica más feliz, de pronto los
protocoles siguen, mis compañeros dan su discurso yo con el cuello torcido por
el orden de los asientos me dispongo a ver con total entusiasmo como uno a uno
dan a conocer sus sentimientos.
Segundo
acto, es hora de escuchar mi nombre, quiero no tropezar, quiero que las piernas
me dejen de temblar un poco, quiero dejar de hacer muecas raras y ponerme
tranquila, pero es casi imposible, esto es demasiado real, yo estoy acabando la
universidad. Respira y con calma me digo para mí misma, cuando vuelvo a respirar
un poco más, escucho mi nombre completo, es hora de subir, es hora de dar
gracias, la hora indica en el reloj que es hora de acabar una etapa y dar ante
todo gracias. Me dispongo a hacer saber la gratitud sincera al señor rector, le
escucho decir mi nombre y de inmediato le digo: gracias, gracias por todo su
apoyo.
Tercer
acto, casi se acaba todo. Momento de sacarse los sombreritos negros, nos es
necesario más palabras, el momento habla por sí solo, los sombreros salen
volando de nuestras cabezas y salen a liberarse en el cielo que es despejado. A
volar y a donde quieran caer. A seguir soñando y lograr lo que era para ti
imposible. Lentamente es el momento, el segundo llego, los bailes
universitarios, las amanecidas, las practicas, el cebichito de todos los días,
el día de exámenes finales, las exposiciones, el baile a media clase, la broma
del profe, y las risas de lo que fuimos alguna vez: universitarios, ha
terminado. Fin de escena.
Antes y esta vez yo sí tendría que decir algo
quizás como manera de despedida o quizás de bienvenida, gracias a todos mis
profesores de psicología, a cada una de las autoridades de la universidad por
creer en mí y ayudarme a hacer posible uno de mis sueños publicar mi primera
novela y mucho más por creer en mí, a esta muchachita terca que les estará
agradecida siempre. Gracias por darme la valentía de creer en mi misma, por ayudarme a ser constante y a descubrir en
mi las virtudes que no pensé tener. Gracias cato, gracias por todo. Nos veremos
pronto, yo sé que sí.