miércoles, 5 de junio de 2013

En el poniente del sol.



“Empieza cuando quieras. Puedes cambiar o no hacerlo. No hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa.”
F. Scott Fitzgerald - El curioso caso de Benjamin Button

Hay una fórmula primigenia para saldar una cuenta: el escape. Algunos lo mencionan como caminar o andar. Una diplomática alternancia para testificar que las afrentas son un suceso episódico. Arrojando las categorías al vacío, lo esencial es presenciar cómo transcurre el tiempo. Dejar que la mala onda termine contra uno mismo y transformar el caprichoso sesgo del prójimo en una saludable ‘vuelta de página’ para avizorar lo nuevo. ¿Las miradas destructivas? Están el fin del mundo, pues calculo que hay bacterias a las que ninguna sabiduría apacigua y ninguna amargura desconcierta. Son apóstoles de lo ineficaz o santos de lo inmediato. Es mejor no luchar contra lo etéreo.

Ahora bien, brutalidad de la realidad avasalla al optimismo y la pesadumbre. Hay quienes se quejan de esa condición y se espantan de emprender el viaje en los acontecimientos cotidianos. Temen caer. Sin embargo, no se proyectan en el poniente del sol. Fracasar o triunfar son actos naturales en el inicio de la creación –la escritura, la danza, la escultura, la pintura o la reflexión–. En ese trance, el derrotero del tiempo mueve un péndulo amenazante que oferta dos opciones: el logro o la derrota. No importa dónde caiga esa varilla ingrata, pues siempre hallaremos brazos de hermandad donde reposar la fe. No vale rendirse.
Emil Michel Cioran menciona en Abdicaciones que “la pereza embota los entusiasmos, ablanda los apetitos y enerva las rabias”. Correcto. Hay días que la meta de los sueños es un asidero inestable que nos empuja al marasmo de la inercia. Mal. Se debe combatir por la añoranza. En la terquedad se haya la clave de la áspera belleza y la llave de la ciudad.

Es oportuno alejarse de los elementos hostiles. “Hay más sabiduría en dejarse llevar por las olas –menciona Cioran– que en debatirse contra ellas”. Y si se avecina la crítica de los demás, es mejor dejarlas nadar a contracorriente en la acequia de las refutaciones. Sin venganzas. El remanso más apacible es la indiferencia sistemática. El rechazo es válido y un mecanismo de defensa, ya que “hubo un tiempo en el que admiraba a los conquistadores y a las abejas, en el que estuve sobre el punto de su esperanza, pero ahora, su movimiento me aterra y su autodestrucción me complace” –Ciorán–.

Confío en mis predecesores y en mis padres, quienes dibujaron con paciencia un trayecto de esperanza. Y supieron dotarme de la férrea negociación: no arriesgar demasiado. Al fin de cuenta, estamos caminando sobre la calma. Nada nos hace correr. Lo bueno siempre tarda en llegar. Que no  se dude y no se mire atrás. Sé tenaz.
Últimamente he estado leyendo libros de autoayuda, muy recomendables para aquellos días en  los cuales necesitamos más que tips para sobrevivir, estuve en la librería crisol del real plaza y empecé a examinar algunos títulos, los que más me llamaron la atención fueron: Vuélvete a querer de Vanessa Robbiano y Amar lo que es de Byron Katie son libros que muy aparte de ser de autoayuda nos ayudan a encontrar un eje y tener reflexiones de nuestra vida diaria.

En Vuélvete a querer, Vanessa Robbiano nos cuenta que padeció durante diez años de anorexia y bulimia. Hasta que después de un largo proceso decidió curarse. El libro nos relata por qué y para qué nos enfermamos, cuáles son nuestras debilidades, nuestras fortalezas, y como ante todo se puede salir adelante y superar nuestros propios demonios.

Amar lo que es de Byron Katie, nos relata como Byron tras años de estar sumida en la depresión y de pensar recurrentemente en la muerte, una mañana se despierta con una vibra positiva y una dicha absoluta. La autora nos plantea un método que consta de sencillamente cuatro preguntas, que permite ver los que nos perturba.
Estos libros los podrán encontrar en crisol, son altamente recomendables. Gracias a mis amigos de Crisol del Real Plaza por prestarme los libros y dejar que los comente.